
Hace 16 horas que Tracey Loscar, una paramédica de Alaksa, está trabajando. Su turno dura 24 horas. Hace cuatro de estos turnos por semana y lleva 17 años trabajando por la noche.
“Bromeamos diciendo que el primer día llegas listo para comerte el mundo, y cuando llega el cuarto día, estás listo para quemarlo”, cuenta.
“Me gusta el ritmo de la noche. Hay menos gente en la calle, las llamadas son variadas, los patrones son diferentes y hay menos negocios abiertos”. Pero la noche también tiene sus riesgos.
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