Fue una declaración sorprendente sobre uno de los pilares de la democracia estadounidense, más aún dada su fuente.
El presidente Donald Trump dijo la semana pasada públicamente y sin evidencia que la elección presidencial de 2020 será “la más corrupta en la historia de nuestro país”.
“No podemos permitir que esto suceda”, dijo Trump a una audiencia de jóvenes partidarios en una megaiglesia de Phoenix. “Lo desean demasiado”.
A cuatro meses de las elecciones, el presidente está intensificando sus esfuerzos para poner en duda la integridad del proceso electoral.
Es una táctica muy usada por Trump, quien en 2016 hizo lo mismo. Primero atacó las primarias republicanas (“manipuladas y controladas por el jefe”) y luego las elecciones generales, cuando acusó a medios de comunicación y la campaña de su rival Hillary Clinton.
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