“Yo me he sentido emigrante toda mi vida”

SANTO DOMINGO. No se llama Ricardo, sino Héctor Eduardo Reglero. De su ADN solo lleva el apellido materno, Montaner. Debe haber acumulado más millas andadas a lo largo de su vida, que las que debe andar un humano para llegar a Marte. Es un romántico. Diario Libre decidió hablar con el ser humano.
—¿Qué ha significado para Ud. ser emigrante?
Intentaré ser breve aunque la historia es larga. Yo me he sentido emigrante toda mi vida. Nací en Buenos Aires y cuando tenía cuatro años nos fuimos a Salta, donde mi papá trabajaba tendiendo redes de telefonía, postes en medio de la carretera y de la selva. Me tocó viajar mucho en tren, en carretera de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, cuando terminaban en un lugar nos tocaba mudarnos a otra parte. Mis primeros años vivíamos en hosterías. Mi primer encuentro con la música fue con la primera guitarra que mi papá me regaló para Reyes Magos, y luego un bombo legüero (del folclor argentino). Luego regresamos a Buenos Aires, compró una casa, decidió poner un almacén (colmado), y de la noche a la mañana llegó un señor conocido que le ofreció un trabajo en lo que mi papá era experto –telefonía–, en la ciudad de Caracas. Yo tenía siete años. Nos mudamos a vivir a Venezuela, estuvimos tres años en Caracas, nos fuimos a Maracaibo. Luego papá comenzó a trabajar en petróleo. Y así fuimos viajando de arriba para abajo, hasta el día de hoy. Entonces, tu pregunta a un tipo como yo le toca mucho el corazón, porque sé lo que es ser emigrante. Lo he sabido durante toda mi vida. Toda mi vida he emigrado. De hecho estamos a las puertas de definitivamente radicarnos fuera de los Estados Unidos, donde hemos estado viviendo por 16, 17 años. Pero al mismo tiempo he estado para arriba y para abajo. A veces me tengo que mudar por tres meses para un país; o llevar a Eva Luna y acompañarla en su vocación como actriz nos toca mudarnos tres meses a la ciudad de Los Ángeles. Siempre estamos emigrando, y de alguna manera me toca mucho el corazón que comiences la entrevista con una pregunta como esa.
—Comenzó en un coro de iglesia a los 13 años y luego transformamos ese coro en una banda.
Dios me tenía halado por la orejita o me tenía puesto un cartoncito que decía “A este me lo guardan pa’ mí”, porque siempre estuve muy cerca de la Iglesia católica. Yo estudié en un colegio de curas. Y la música me acercó mucho al Señor. Cantaba todas las misas de 11:00 am de los domingos y tenía una bandita que cantaba por la Iglesia y siempre hacíamos acciones solidarias. Tenía mucho que ver con la acción social y todo eso. Lo que sí creo es que un tipo fui hasta hace 24 años y otro tipo soy desde entonces para acá. Si bien sentía que estaba cerca de Dios por todo lo que te cuento, hace 24 años, cuando estaba por nacer mi hijo Mauricio, a partir de ahí que recibí al Señor a conciencia, y que hice la Oración de Fe recibiendo a Jesucristo; a partir de ahí para acá mi vida ha sido totalmente diferente.
—También hay un antes y un después de grabar con la London Metropolitan Orchestra, pienso yo...
Musicalmente sí, porque ahí hablando de las cosas cíclicas, grabar con la London Metropolitan Orchestra era ponerle como un moño o empaque de lujo a las canciones que durante unos cuantos años me habían llenado de alegría. Era decir, estas canciones me son importantísimas y vamos a vestirlas de gala y vamos a convertirlas en canciones sinfónicas. Y la London Metropolitan Orchestra fue algo muy importante en mi vida, con las dos producciones.
—Ud. estuvo estudiando periodismo. ¿Se considera un periodista frustrado?
(Ríe) Frustrado no, porque me retiré obligado para dedicarme a la música. Sí me considero un comunicador que pudo haber terminado la carrera si mi impaciencia no me hubiese traicionado. Me faltaron dos años. Y hoy sería un colega tuyo.
—De serlo, ¿se dedicaría a la farándula?
Yo siempre he tenido inquietudes políticas. Creo que lo único malo en la política son los políticos, pero la política como tal es algo maravilloso, y es muy apasionado tener cosas que ver con la política... A mí, esa cosa de ver lo que sucede a ese nivel en todas partes me llama mucho la atención.
—La inspiración en su caso es un don o es disciplina.
Tú puedes estar muy disciplinado, pero para cada cosa uno está lleno de dones que Dios nos da. Nosotros mismos nos los descubrimos. Yo mismo me puse a eso de escribir canciones cuando era muy chiquito. Me gustaba con un solo acorde en la guitarra, practicar a crear frases, darles musicalidad. Y creo que los dones –cuando sabes que los tienes y los pones en práctica– son una cosa, y cuando los tienes y no los pones en práctica, pues se quedan frustrados y vencidos. Siento que cuando descubres un don que te ha dado Dios, hay que ir detrás de él... Por supuesto que la disciplina es importante porque para que el don se active, hay que ponerse a trabajar.
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Sobre loqueacontecesc.com

Periodista y Locutora de San Cristobal, Siempre con la verdad.
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